29 de Abril 2020
La mujer del cuadro
Hoy celebramos el Día Internacional de La Danza y de Concienciación
sobre el Ruido.
Y el Día Europeo de la Solidaridad y
Cooperación entre Generaciones.
Hoy te voy a contar una historia de un pintor y la mujer del
cuadro. Se titula:
La mujer del cuadro.
Esteban da las últimas pinceladas al cuadro.
Aficionado a la pintura, desde muy pequeño, el pintor
octogenario, firma la obra.
Ha pasado por muchas etapas.
El cubismo, creado por Pablo Picasso y Georges Braque, la
ruptura definitiva con la pintura tradicional.
La época de paisajes, ríos y montañas de pueblos perdidos en
las sierras.
Los retratos, una disciplina que le costó años dominar.
Se divirtió mucho con el abstracto, chorreones y gotas
coloridas de formas caprichosas y espontáneas.
También ganó mucho dinero en este período, vendiendo
cuadros, muy caros, a posmodernos y a hippies convertidos en banqueros.
A pesar del pulso y la edad, está en su mejor momento: los
desnudos femeninos hiperrealista.
Acaba de pintar a una mujer rolliza, de piel blanca, un poco
sonrosada.
Un delicado y vaporoso velo blanco, semitransparente, es lo
único que lleva puesto, acentuando sus formas voluminosas. Está sentada en el
filo de la cama, sobre unas sábanas, rosa pálido, y un grueso colchón. El dosel
y una mesita de noche, enmarcan la escena. La estancia está iluminada, por una
gruesa vela de llama vivaz, tan real que parece que se mueve, por una brisa
ligera.
El viejo, descorcha una botella de vino tinto, se sirve una
copa colmada, y toma un sorbo, mientras contempla su obra.
Rememorando los días anteriores, en los que mezclaba el
blanco con una puntita de rojo, para obtener el color carne, de la delicada
piel.
Relajado, pintando curvas, repasando sinuosas formas
corporales, una y otra vez, en su ático luminoso.
Toma otro pequeño buche, sin apartar la vista de su cuadro.
El tinto tiñe parte del bigote y la barba, cana. Y una gota
le resbala por la blusa. Se levanta y va al baño. Cuando vuelve a sentarse,
percibe un penetrante olor a jazmín y unas manos que le rodean por la espalda.
En una furtiva mirada al óleo, ve que la cama está vacía, y
la gasa blanca está en el suelo.
Le besa el cuello y siente los pechos desnudos de la mujer
en su espalda, el olor a jazmín se intensifica.
Sin volverse, pregunta: ¿Eres tú la mujer del cuadro?
Pero, no contesta nadie.
Las manos acarician y van desnudando al pintor.
Éste se vuelve y ve, desnuda, a la mujer del cuadro. Se
besan y se echan en un sofá, amplio, de cuero negro.
-¿Eres tú, el pintor que me hacías cosquillas en las
caderas, con el pincel?
-Sí soy yo.
El viejo despierta en mitad de la noche, desnudo en el sofá.
La estancia está iluminada por la vela del lienzo. Fuerza la
vista y busca a la mujer del cuadro por la habitación, incluso la llama.
Pero la mujer del cuadro está en el cuadro. Ya no huele a
jazmín, sólo a pintura fresca.
El pintor se da media vuelta y se duerme murmurando en voz
alta: -¡Habrá sido un sueño!
A la mañana siguiente, miró a los ojos de la mujer del
cuadro, pero no parpadearon.
Miró a sus labios, pero nadie le besó.
Observó, detenidamente sus manos, más no hubo caricias.
Pero no se fijó, que en el cuadro, junto a la vela, en la mesita de noche, había una botella de vino tinto y dos copas vacías, y que él jamás
pintó.
“No dejes de soñar, te mantendrá
despierto”
ElAelito
Nota:
Espero que te haya gustado la historia.
Compártela con tus amigos y familiares, en el wassap y en
las redes sociales, “por la difusión de la cultura, libre y gratuita”
Muchas gracias.
Sugerencia musical:
Cómo siempre, genial y real
ResponderEliminarVaya, descrito de tal forma que hasta uno se lo ha creído
🧔👩👧
Muchas gracias Alfonso
ResponderEliminar