lunes, 13 de abril de 2020

13 de Abril 2020

13 de Abril 2020
Encerrados en casa



            Se acabó esta Semana Santa. Ya vendrán mejores tiempos.
Los telediarios no dan, este año, las cifras de muertos y heridos en accidentes de circulación, según la DGT.
Este año, proporcionan las cifras de muertos y contagiados por el coronavirus, que infinitamente son mucho más elevadas.
Los españoles no están acostumbrados a esta reclusión que nos impone el virus, para evitar contagios.
Los malagueños, en concreto, que son los que mejor conozco, llevan muy mal el cautiverio.
El malagueño, y todos los que viven en este paraíso, están acostumbrados a desayunar en la calle, en los bares y cafeterías, hablando en alto con el primero que pille.
Un chocolate con churros, un pitufo, o un café solo, largo, semi largo, solo corto, mitad, entre corto, corto, sombra, nube, o déjame que yo me lo ponga. Son los diferentes tipos de cafés que puedes pedir en Málaga, según la proporción que se pone de café.
El malagueño, antes de almorzar, hace otra visita al bar, para tomar un aperitivo, una tapita con una cervecita fresca.
Y, de camino, comentar cualquier suceso o noticia, con el segundo que pille. (Al primero lo pilló en el desayuno).
Los fines de semanas y festivos, el malagueño, tiene la costumbre de ir a almorzar fuera. Unos eligen los chiringuitos de las playas, su pescado fresco, frito o asado, el tinto con casera…
Otros, prefieren almorzar en las ventas de los montes, sus papas y pimientos fritos, con dos huevos, chorizo y un taco de lomo en manteca, todo regado con vino dulce.
También están los cocinillas, que organizan un arroz en el campo, o una moraga en la playa.
Por las tardes, el malagueño merienda en el bar, café, churros, pitufos…
O se lleva la merienda, batido y bollería, a los columpios, que los niños tienen que fogá.
Y, mientras los niños se columpian, se tiran por la chorraera, juegan a la pelota, corren y saltan, los malagueños se sientan en un banco del parque, a vigilar al niño y entabla conversación, con el tercero que pillen. (El primero fue en el desayuno, el segundo en el aperitivo).
Los que no tienen niños, o los que los tienen criados ya, dedican la tarde a andar, que es muy bueno para la salud.
Por las noches, después de cenar, en casa o en la terraza de un bar, nos tomamos un pelotazo y hacemos el balance de toda la jornada, con el cuarto que pillemos. (Generalmente un vecino o familiar).
Por todo lo expuesto, el malagueño, si tiene la suerte de tener trabajo, pasa de las 24 horas que tiene el día, 25 horas fuera de casa. Muchas de ellas, en las calles y en los bares. Porque Málaga tiene un clima envidiable, y una gente mu sana, que te invita a vivir la ciudad.
No es de extrañar, que se peleen por darle una vuelta a Sultán, que jamás, en su vida perruna, salió tanto a la calle.
Es normal que discutan, a ver quién va a ir por el pan, o al super, a comprar, de uno en uno, para salir más veces, los artículos que hagan falta.
Seremos los más solidarios y organizaremos salidas al balcón, cada hora, para agradecer a los sanitarios, a los cuerpos de seguridad, a los empleados de Mercadona, a los perros, al que sea, con tal de salir al balcón, cada hora.
Encerrado en la casa, como dice la copla, con los niños, Marío, suegra y cuñá…
¡SOCORRO!

Y esto, viene sucediendo en la conquista de Málaga por los fenicios, cartagineses, romanos, germanos, bizantinos, árabes, alemanes, suecas y a los Cordobeses que toman las playas de Fuengirola los fines de semana.

Y para muestra, fotos de mi padre, de los años 60










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