martes, 11 de agosto de 2020

11 de Agosto 2020

11 de Agosto 2020
Relato corto


Un día como hoy, del año 1851, en España, se inicia la construcción del canal de Isabel II, principal suministro de agua de Madrid.
En el año 2012, hay una ola de calor en España en la que se superan los registros históricos del mes de agosto en numerosos observatorios con 45,9 °C en Sevilla, 45,4°C en Córdoba y más de 44°C en muchas ciudades de Andalucía y Murcia.


Santoral católico, o nombres que no pondría a mi hijo/a:

Equicio, entra en ese edificio. 
Filomena, cuidado con la antena.
Gaugerico, vamos al médico.  
Rustícola, vamos a ver una película 
Taurino, trae la botella de vino.  
Tiburcio, que tienes los pies sucio. 



Finalizó Julio. 
Llega Agosto.
El sur sufre una ola de calor. 
El sur también existe en invierno, no solamente en verano.
Hace mucho calor, me estoy licuando. Se acaban mis partes sólidas.
Soy un charquito.
Intento no dispersarme. 
No perder ni una sola gota.
¿Qué puedo hacer, en este estado líquido?
Ya sé.
Mi vecina, voy a hacerle una visita.
Cruzo, como un río, el rellano de la escalera.
Me filtro, acuoso y resbaladizo, bajo su puerta.
Mi vecina está muy buena, se acaba de separar.
Me la encuentro recostada en el sofá, leyendo un libro.
La contemplo, solo tiene una bata corta y semitrasparente.
Se marcan sus voluminosos pechos, y se vislumbra el triángulo de vello púbico.
Me quedo hecho un charco. La observo detenidamente.
-Mamá, un charquito en el salón.
Dice el hijo de seis años, saltando sobre mis costillas líquidas y flotantes.
Afortunadamente, pude escapar hacia la cocina y meterme debajo del frigorífico.
-Iván, aquí no hay agua.
-Sí, mamá, todavía tengo los pies mojados.
-Anda Iván ve a tu cuarto. Me voy a duchar.
Espero que el niño se meta en su cuarto, y mi charco se desliza veloz, hacia el interior del baño.
Allí está ella, desnuda, duchándose, ante mí.
Una parte del volumen líquido de mi charco comienza a aumentar.
Una ola gigante recorre mi cuerpo.
Ella sale del baño.
Mete la fregona en el cubo y la lanza contra mi cuerpo acuoso.
-¡Uy! Cuanta agua he derramado.
Mi cuerpo se mezcla con un líquido verdoso, recién salido de una botella que pone en su etiqueta: "Fregasuelos aroma pino. El Bosque Verde".
Me absorbe la fregona y me exprime al fondo del cubo, junto al líquido con olor a pino.
Grito, pero nadie me oye.
-¡Socorro, sáquenme del cubo! Mi cuerpo acuoso empieza a dispersarse.
Todo me da vuelas y me lanzan al váter... glub, glub, glub
Me despierto empapado en sudor y con un intenso olor a pino.
Estas siestas tan largas, con pesadillas, no me convienen.
De repente, oigo al otro lado de la pared, a mi vecina.
-Iván, tráeme una toalla limpia, porfi...

FIN






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