miércoles, 22 de julio de 2020

22 de Julio 2020

22 de Julio 2020
Reflexiones de un gato callejero.




Día Mundial del cerebro.



Santoral Católico, nombres que jamás pondría un hijo/a:
-Meneleo, date prisa que me meo.
-Sólo hay un cuarto de baño en el asilo, Vandregisilo.



A veces, paseo por Ciudad Jardín muy temprano, cuando aún está oscuro, que todavía no ha amanecido.
Hay muy poca gente en las calles, sólo algún loco, como yo.
Los semáforos, cambian del rojo al verde, del verde al amarillo, y del amarillo al rojo, sin que pase ningún coche, ni peatón.
Veo autobuses sin viajeros.
Cuando la ciudad comienza a despertarse, me encuentro con un gato callejero, que salta de tejado en tejado. 
Lo observo atentamente, sus movimientos son muy delicados, como los de una bailarina de ballet, frágiles diría yo.
De un salto, baja al suelo. Me acompaña en silencio, con el rabo alzado.
Lo miro, él sigue con su elegante caminar. No me mira.
El silencio nos acompaña.
-Miau, me dice el gato, por fin. (Porque si me hubiese dicho: guau, es que hubiera sido un perro).
-¡Buenos días! Le respondo.
Y nos pusimos a hablar de nuestras cosas.
Él me hablaba de su técnica para cazar ratones, yo de mis preferencias de escribir, poesía o prosa.
Nos vemos de vez en cuando, y siempre se despide con una reflexión.
Me ha dado permiso para compartir sus pensamientos con vosotros.
Así que doy por inaugurado el apartado:


 
Reflexiones de un gato callejero.



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